Hua-Shan es el nombre de una de las cinco montañas sagradas de China. Se encuentra en la provincia de Shaanxi, a unos 120 kilómetros al este de Xi`an y tiene el privilegio de poseer, para ascender a los templos taoístas de su cumbre, uno de los senderos más escarpados y peligrosos del planeta.
Se tardan diez horas en ascender desde el pueblo al pie de la montaña (Hua-Shan, como la montaña) hasta la cumbre por el sendero. Sin embargo, los menos atrevidos están de enhorabuena, pues existe un teleférico que les deja en la cima por un módico precio.
Pese a que muchas partes del recorrido solamente deberían ser accesibles para gente preparada y bien instruida en el alpinismo o la escalada, hay mucho atrevido que se aventura a tratar de llegar a la cumbre, a menudo con funestas consecuencias. Se dice que se suceden una media de un centenar de accidentes al año, aunque las autoridades chinas guardan silencio sobre una de sus más peculiares atracciones turísticas. La parte más peligrosa es la Changong Zhandao, de casi 4 metros de largo y solo 30 cm de ancho, aferrada a la pared vertical que sostiene las tablas y en la que, evidentemente, un paso en falso significa una muerte segura. La Garganta de los cien escalones es también espectacular, pues asciende vertiginosa por una pendiente de 90º. Apenas unos tablones temblorosos incrustados en la roca son el único paso para ascender por la montaña en dirección al ansiado templo que se sitúa al final del trayecto. Y eso con buen tiempo, porque en invierno, la nieve y el hielo complican aún más si cabe la ascensión, llegando a ser, en determinadas épocas, una aventura totalmente imposible.
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